sábado, 18 de abril de 2015

Crítica de Un dios salvaje

Carnage


La que por ahora ha sido la penúltima película del gran director francés Roman Polanski, de sobra conocido en el mundo cinematográfico tras éxitos como "El pianista", "Chinatown", "La semilla del diablo", "Oliver Twist" o "El escritor", es sin duda una completa obra de arte.

No es una idea original, ni mucho menos. La película está completamente basada en una obra teatral homónima que debutó en las tablas bastantes años atrás y que fue escrita por Yasmina Reza.
Después del gran éxito que tuvo en las salas teatrales, Polanski ha adaptado esta divertida y enredada obra teatral, contando con el apoyo y la ayuda en el guión de su propia autora original.


La trama de la película, que cómo decimos es un calco de su obra teatral, gira exclusivamente en torno a cuatro personajes durante la totalidad de la cinta.
Dos matrimonios, de clase media y clase media alta, se reúnen para tratar de solventar un problema que ha tenido lugar en el patio de la escuela entre sus dos hijos, ya que uno de ellos ha pegado con una rama al otro.

Lo que inicialmente parece una situación madura y adulta en la que las dos parejas han decidido quedar con calma para buscar una solución pacífica irá adquiriendo progresivamente unos matices más oscuros y creando una tensión creciente entre los cuatro.

La racionalidad y madurez irán dejando paso a la competición y el adoctrinamiento para finalmente llegar a la más absurda de las situaciones en las que las cosas se salen completamente de madre, pudiendo ver cómo los grupos formados iniciales van cambiando y cómo finalmente se crean unos vínculos entre hombres y mujeres que trascienden más allá de la unión matrimonial.


En una película de estas características, y teniendo en cuenta la importancia que el reparto juega en la misma, era imprescindible dar con dos actores y dos actrices que supieran llenar la escena a cada segundo que pasa y transmitir lo necesario en cada situación.
Realmente esa es la gracia de la película, y de la historia original, explorar la realidad humana y las fases por las que una persona cualquiera puede pasar al tratar temas como el que se trata en la cinta o casi cualquier otro.

Por eso, la decisión del reparto es, sin duda, la tarea más aplaudida. Christoph Waltz ("Malditos Bastardos"), Kate Winslet ("Titanic"), Jodie Foster ("Taxi Driver") y John C. Reilly ("Guardianes de la Galaxia") son los cuatro encargados de llevar la película a tan buen puerto.
Sin ellos, y sin un guión tan sólido, sería imposible dar con el resultado que consiguió la película.
Y aunque Waltz y Foster son los astros más brillantes de la película, los cuatro están realmente expresivos, y saben transmitir a la perfección la personalidad y pensamientos de sus personajes.


En definitiva, es Polanski en su mejor nivel. La fotografía, tan cálida por momentos como fría en otros, junto con un guión original y juguetón, gracias a la obra de teatro previa, la dirección de uno de los maestros indiscutibles del séptimo arte y el mejor reparto posible son los ingredientes de este éxito.

No resulta una película cargante; es de muy corta duración (cerca de hora y veinte minutos) y además son tantas cosas las que van ocurriendo y tan bien hiladas y conectadas que el espectador se verá horrorizado por las situaciones a la vez que se familiariza con sus personajes y se posiciona de un lado u otro.
"Un dios salvaje" es una lección maestra de como hacer cine de calidad sin salir de entre cuatro paredes y con solo cuatro actores.

Valoración:

8,5/10




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